Hoy vuelvo a sentir náuseas, no
puedo evitarlo, viviendo en plena democracia, donde todos criticamos las
actitudes fascistas siguen apareciendo pobres trabajadores que tras recibir un
carguito olvidan su estatus real y comienzan a transformarse en empresa. Pero
la mutación es tan desproporcionada que a veces confunden lo que es “mirar por
tu empresa” con mutarse en dictador.
Me cuentan de un jefecillo de tienda,
de una empresa, a nivel nacional que ya tiene ganado a pulso el pseudónimo internauta…acosa. Para quienes no caigan
en la cuenta me refiero a MERCADONA.
Nos encontramos con un trabajador
que cae enfermo, por culpa de las malas condiciones del material de trabajo,
una vez que recibe la baja laboral por su médico de cabecera el obrero-dictador
comienza su acoso. ¡En mercaacosa no se permiten las bajas laborales a los
empleados! ¡Debía saberlo el trabajador! Está claro, aun enfermo hay que ir a
trabajar si no quieres estar en su punto de mira y acabar en la calle. Pero además
para el obrero dictador la baja no te la puede dar un médico pasante, o no
colegiado aunque esté en la nómina de la seguridad social, lamentable. Esto
pasa en pleno siglo XXI, con trabajadores que no han conocido la dictadura y
que muy posiblemente se rasguen las vestiduras criticando a dictadores de la
historia reciente de nuestra querida España.
La suerte de éste tipo de personajes
es el miedo desmesurado que sienten los trabajadores de hoy a perder su empleo,
sin obviar la falta de amor propio de los mismos que se pliegan a las canalladas de
tipos como éste, que a cada acción autoritaria no recibe una respuesta
contundente que le haga recordar que vivimos en democracia, que existe una
estatuto de los trabajadores que aunque mermado actualmente nos sigue
amparando. Tampoco hay ningún representante sindical cerca que se lo recuerde
como debe, con acción sindical amparándose en una ley de libertad sindical que
también parece obviar, ya que le encanta la persecución a todos aquellos con
moralidad sindical que puedan estar en su entorno. Lo que más me exaspera es
ver a muchos trabajadores que parecen asustarse cuando conocen a alguien que
habla de respetar derechos laborales, de lucha organizada, de reivindicaciones
y te miran con recelo temiendo que puedan relacionarlos con el revolucionario.
Lo triste es que entre lamentos y desazón desean que venga alguien a
solucionarles sus problemas, sin mojarse pero delatando al reivindicativo si es
necesario para que el obrero dictador no se ensañe con ellos. Entre recortes y
derechos pisoteados consentidos estamos retrocediendo a niveles de dictadura en
plena democracia, si además nos encontramos una empresa que todo aquello que
premia y promociona es a quienes perpetúan el acoso, la amenaza encubierta y
sibilina, aunque seas un trabajador pulcro, que se dedica a cumplir más de lo
firmado podemos concluir que se trata de una fábrica de los sueños para
dictadores frustrados, para pobres ratas obreras al servicio del capital que
jamás morderán la mano que les da de comer. Pero que no olviden que son
obreros, que tarde o temprano pueden ser ellos los que agachen la mirada porque
como dice la canción “el valiente fue valiente hasta que el cobarde ha querido”.
Hermanos, sin lucha no hay
victoria.
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