Mirar hacia otro lado, eso hacen
los valientes, los que defienden nuestros derechos, los que velan por nosotros
y así fue como en un intento de frenar un desahucio fue detenido un activista,
una persona que solo por el hecho de serlo decide ayudar a un tercero que va a
perder su casa.
Se oyen voces, con frases manidas
“la policía hace su trabajo compañeros”, mientras golpean, armados, a
ciudadanos que pagan sus impuestos, usados para rescatar bancos y sufragar
nóminas de policías entre muchas cosas. Es mucho más que un trabajo, es una
vocación, lo de los ciudadanos, para muchos de ellos, no es más que ganas de
saltarse leyes y ellos se ven abocados a usar los medios físicos, mecánicos y
judiciales con los que les ampara la ley del estado de derecho, un estado que
se protege del ciudadano y sus protestas.
Así fue como acabaron varias
personas en comisaría y allí, en la cueva, en el barrio marginal donde sólo
ellos merodean, entre cuatro poderosos policías, “protectores de la ciudadanía”,
valientes y aguerridos guerreros contra los peligrosos manifestantes vuelven a
demostrar su hombría. El jefe espeta “te voy a quitar las ganas de echarte a la
calle”, sorprendido, el “malhechor”, el peligroso “delincuente” que se echa a
la calle para frenar un desahucio contesta “me parece muy fuerte”,
automáticamente recibe un tortazo en la cara por su “insolencia”, acto seguido
los valientes defensores de la ciudadanía se dan la vuelta, dan la espalda al “malhechor”
y en ese preciso instante recibe una patada sintiendo el dolor que produce una
bota policial en la espinilla. Es aquí cuando se hace doloroso el comentario “la
policía hace su trabajo compañeros”, su trabajo es mirar hacia otro lado para
encubrirse, por pura cobardía mientras se perpetra un abuso de autoridad contra
una persona de bien, como si hubiese diferencia alguna si estuviesen mirando,
como si en un juzgado ante una posible denuncia del ciudadano pudiese demostrar
que ha sido agredido en la cueva, en el barrio marginal de los mafiosos. Es así
como se ganan la vida, mirando hacia otro lado cuando la situación es peligrosa
y entonces recuerdan que su sueldo no es tan amplio como para perder la vida,
en cambio, son valientes y diligentes a la hora de mirar hacia otro lado
mientras su jefe golpea a un simple ciudadano en paro que lucha contra las
injusticias a las que nos someten los poderes económicos para los que sirven
ellos y la casta política. Ese es su trabajo compañeros, ellos están del lado
de los otros con la excusa de defender las leyes y la constitución, pero ni
defienden ni tienen lo que hay que tener para denunciar al que abusa de su
poder.
No obstante no dejaremos de “echarnos
a la calle” porque mañana, tal vez, detengan a un familiar por luchar contra su propio desahucio y allí
también estarán ellos, orgullosos y militares, acatando órdenes que es para lo
que les pagan, para actuar sin pensar y mirar hacia otro lado.
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