Trabajadores de Mercadona…dice la letra de una famosa canción
así;.-el valiente fue valiente hasta que el cobarde ha “querío”.- ejemplo claro
de lo que viven muchos trabajadores, acoso, menosprecios, insultos, humillación
y todo esto amparado en la postura de fuerza de quien tiene una mínima cota de
poder, que a día de hoy basta con tener la posibilidad de dejar sin trabajo a
una persona. Y la pregunta es; ¿vale más la dignidad que un trabajo?, la
respuesta ha de ser contundente ¡no!. Lamentablemente no es así, al menos en el
sur de España, donde aún son muchos los que ven como pisotean a una persona,
llevándola incluso a enfermar y prefieren mirar hacia otro lado siempre y
cuando no les toque a ellos. Si les pides una mano te miran temerosos, con
recelo, prefiriendo escurrir el bulto y ponerse del lado de quien maltrata, aun
sabiendo que si el resto de compañeros se pusieran de acuerdo sería el
prepotente latiguero quien saldría como el gallo de morón, sin plumas y
cacareando.
Lanzo varias preguntas ¿de verdad creemos que hay personas
intocables? ¿De verdad querríamos que nuestros hijos pasaran por lo mismo y que
no encontrasen ayuda? ¿Pensamos que ocultar o tapar la mierda de quien
maltrata, ya sea de forma leve, o puntual nos hace ser buenas personas o evitar
que se pueda oler el hedor? ¿En qué momento de nuestras vidas nos enseñaron a
defender a los que hacen el mal? ¿En qué clase de persona nos convertimos
cuando escondemos la cabeza?
Las respuestas las puede encontrar cada cual dentro de sí
mismo y seguramente sean muy diferentes a los que demostramos cuando callamos o
miramos hacia otro lado.
Infierno, sí, infierno es lo que está viviendo la compañera,
consentido por todos aquellos que no son capaces de levantar la voz y encima tienen
la desfachatez de decir “ten cuidado” (pero no se mojan) “que de seguir así de
baja te van a echar” (como si estuviese en condiciones de trabajar) “que con
éste tío nadie ha podido” (gracias a la “valentía” de muchos, claro) y se me
viene inevitablemente otra letrilla de la canción…”pobre del señorito y sus
cuarenta ladrones” “pobre del pobre que se vende al dar la mano y se conforma
con ser el perro del amo”.
Pues llegados a éste punto diré que no vamos a escuchar a
nadie que no venga a “mojarse”, a nadie que venga con el rabo entre las piernas
a traer miedos porque aquí…aquí no se va a perder la dignidad y que seguramente mañana cuando pase
el huracán le tocará a otro, cuestión que no me preocupa porque la lucha es
ahora, ahora es el momento de gritar ¡basta! De decir ¡sí, se puede! Porque en
definitiva, de los cobardes jamás se ha escrito nada. Si las lombrices son
ciegas es un hecho que no evita reconocer que hay un mundo de luz inmenso a su
alrededor, que hay vida más allá del miedo, del temor, del sufrimiento y el
llanto. La diferencia es que no está sola y, que tal vez, se gane o
empate el partido, pero jamás nadie podrá negar que se va a jugar hasta el
final, por amor propio, contra la tiranía, el desamparo y esperando que al
final…el miedo cambie de bando. ¿Te apuntas a la lucha o prefieres perder la
dignidad por un puesto de trabajo?...¿miedo a otro ser vivo?...aquí NO,
gracias.
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