Hoy comienzo ésta entrada con la esperanza
de desenredar una madeja de ésta mente inquieta, infatigable que busca
constantemente el porqué de todo cuanto le rodea, oigo y veo. Es la actitud de
aquellos que se erigen como eruditos en luchas sociales, criticando a todo
aquel movimiento que surge nuevamente, con fuerza, del espíritu de lucha obrero
con la esperanza de cambiar y conseguir logros para la clase trabajadora.
Inexplicablemente los eruditos parecen haber olvidado sus inicios, semejantes a
los nuevos de hoy, cuando caminaban con la misma iniciativa, buscando el mismo
fin. Pero para ellos ya no es igual, éstos nuevos revolucionarios son vistos
como payasos, como torpes incautos que desconocen las leyes necesarias para
poder estar a su altura, dejando muy a las claras, por desgracia, que han
fracasado, porque hay personas queriendo cambiar lo que ellos no han sido
capaces en éstos años que han ido pasando. Disfrutan ridiculizándolos, creen
tener la verdad absoluta y casi sin
darse cuenta han instaurado el pensamiento único como forma de proceder.
Una de las causas más importantes en la
pérdida de apoyos que sufren ciertas organizaciones pro-defensa de los
trabajadores es la extrema burocratización, dejar en el olvido las
movilizaciones, la espontaneidad, y sobre todo, dar por sentado que la única
forma de luchar contra las injusticias o las desigualdades, es limitarse a la
tramitación de denuncias de sus macro gabinetes jurídicos. A veces es necesario
ser capaz de romper las reglas para conseguir avanzar, salir de lo
preestablecido para recuperar la confianza en los movimientos sociales, en definitiva,
retrotraernos a nuestros inicios, recordar cuáles eran nuestras metas para
transmitir la ilusión del que comienza una época de cambios con toda las
fuerzas y esperanzas.
Para aclarar un poco lo que intento
transmitir os dejaré un ejemplo que creo se puede asemejar con facilidad;
Cuando comenzamos las clases prácticas para obtener el permiso de conducción
estamos nerviosos, deseosos de conducir solos, de ser capaces de circular entre
la marea de vehículos de las grandes ciudades, nos irrita bastante que los
demás vehículos al ver la placa de novel nos recriminen sin motivo aparente
haciendo sonar el claxon etc. Pero una vez pasan los años y obtenemos
experiencia al volante si fuese por nosotros jamás habría personas que pudiesen
obtener el permiso de conducción.
Pues así es la vida, cuando queremos
avanzar luchamos contra viento y mareas y cuando conseguimos un mínimo de
estatus todo aquel que viene empujando lo vemos como una amenaza.
Otra de las cuestiones sorprendentes en la
desvirtuación ideológica es la defensa a ultranza hacia aquellos que roban,
extorsionan y anteponen su bienestar al
general aun siendo representantes de ciudadanos. Abanderan siglas con las que
no comulgan, dejándolo demostrado con sus actos. Pues aun así hay quienes los
defienden argumentado que sus siglas son tal o cual. Pues lo siento, pero no,
un profundo no, no trago. Hoy día los peronistas argentinos en nada tienen que
ver con los que iniciaron el movimiento primigenio al igual que los que dicen
ser socialistas españoles tampoco defienden a nuestra clase trabajadora. Se han
erigido como la organización pro obreros por el simple hecho de portar unas
siglas, pero, nos queda muy claro que
solo como mero instrumento mercantil, como si de una marca registrada se
tratase, vendiendo un producto sin ánimo
de lucro con un fin social, pero enmascarando una macroempresa que
cotiza en el mercado de valores con cuentas en paraísos fiscales.
Como clara referencia a que nada es casual,
que todo lo tienen premeditado y es cíclico por decisión de quienes manejan los
hilos comparto unos datos históricos sacados del libro “Los Masones” de César
Vidal: “…por
sí solo, sirve para explicar el desarrollo tan diferente seguido por la
democracia en el mundo anglosajón y en el resto de occidente.
La Biblia (y al respecto las confesiones
surgidas de la Reforma fueron muy insistentes) enseña que el género humano es
una especie profundamente afectada en su fibra moral como consecuencia de la
caída de Adán. Por supuesto, los seres humanos pueden hacer buenos actos y
realizar acciones que muestra que, aunque empañadas, llevan en sí la imagen y
semejanza de Dios. Sin embargo, la tendencia al mal es innegable y hay que
guardarse de ella cuidadosamente. Por
ello, el poder político debe dividirse para evitar que se concentre en unas
manos (lo que siempre derivará en corrupción y tiranía) y debe ser controlado. Esta visión pesimista
(¿o simplemente realista?)de la naturaleza humana ya había llevado en el siglo
XVI a los puritanos a concebir una forma de gobierno eclesial que, a diferencia
del episcopalismo católico o anglicano, dividía el poder eclesial en varias
estancias que se frenaban y contrapesaban entre sí evitando la corrupción.”
A día de hoy podemos observar que se siguen
dando las mismas circunstancias, que el bipartito PP-PSOE organiza, legaliza y
crea leyes pertinentes para asegurarse la perpetuación en el poder, frenando a
posibles insurgentes, siendo el máximo exponente de la mentalidad a día de hoy
del conductor que ha olvidado…sus días de autoescuela.
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