Hoy
quiero compartir una de esas historias que me hacen hervir la sangre, de las
que nadie con un poco de amor propio es capaz de digerir sin sufrir un amago de
corte de digestión, en el fondo se lo debía a mi conciencia, y se lo debo a un
compañero que fue quien me contó lo que le sucedió a su padre, un señor,
conductor de autobús, de los que ha sacado adelante a su familia con el sudor
de su frente, no con el sudor de el de enfrente como más de uno, dando muchos
volantazos. Me contaba que su padre estaba próximo ya a la edad de jubilarse,
antes sesenta y cinco años (que ya va bien leches), trabajando en una empresa
pues casi media vida, le surge, como a cualquier hijo de vecino, un
acontecimiento familiar de los que se aprovechan en cualquier familia para reunirse y disfrutar de la misma, una boda creo
recordar, y decide pasar por las oficinas de la empresa para solicitar el día
en cuestión argumentando los motivos, pues bien, el oficinista de turno, más
cercano a la empresa que al respeto por sus semejantes y sobre todo a un señor
que lleva ya muchos años peinando canas, le comenta que no es posible, que hay
trabajo ese día y no tiene con quien cubrirlo, como es normal, intenta hacerle
ver que es un día importante para la familia y que lo necesita. Pues bien, en
uno de esos actos de prepotencia y desfachatez que sólo un pobre ser,
desgraciado y que se cree alguien por poder otorgar descansos, apoya una mano
dando palmaditas en el montón de currículos que se encontraban sobre su mesa y le dice; “pues eso es lo que hay, y
si no te viene bien…”.
Os
puedo asegurar que semejante chulería hubiese encontrado una respuesta a la
altura de las circunstancias, que es lo que se merece, de no haber dado con un
padre de familia cansado ya de sufrir el látigo y los baches del camino.
A
día de hoy seguimos encontrando caciques de medio pelo que se aprovechan de ésa
mísera cuota de poder que les otorga su amo para fastidiar a sus semejantes,
que además es algo que no me cansaré de repetir, señores, que todo aquel que
vive asalariado no es más que otro pobre desgraciado que se tiene que levantar
para conseguir llevar a su casa un plato
de lentejas, que venimos al mundo desnudos y no nos llevamos nada. Aun así y
para tipejos como éste la única solución que hay es verlos cuando la tortilla
da la vuelta, o cuando enferman y recuerdan el mal que han ido sembrando,
porque es entonces cuando sus conciencias temerosas se retrotraen y piden
ayuda, comprensión y ser tratados con dignidad, pero para ese entonces será
demasiado tarde. Yo no puedo respetar a quien no tiene la clase suficiente, sea
cual sea su nivel cultural o social, de tratar como un señor a un trabajador
que ha cumplido siempre en su puesto, que está esperando ya la deseada y
merecida jubilación, porque lo único que nos puede quedar cuando nos hacemos
mayores, al menos, es haber conseguido el respeto de los que vienen por detrás.
Considero una chabacanería amenazar sibilinamente a cualquier trabajador con
darle su puesto de trabajo a cualquier otro si te quejas, tengas o no razón, me
da igual, porque parece ser, como he dicho en otras ocasiones, que mucho
criticar a dictadores del pasado y aquí todo el que puede se dedica a implantar
el estado autoritario en su parcela aunque sus límites geográficos se resuman
en una mesa y un folio tamaño A4.
¿Habremos
evolucionado?, tal vez en algo de tecnología, pero de lo que no me caben dudas
es que nos hemos retrotraído al imperio romano en relaciones humanas y que
cuando nos llegue la hora del último asalto…que dios nos coja confesados.
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